Soy Marifer Silva.

Gracias a mi formación desde la arquitectura comprendí que la cuidadosa proyección de viviendas es capaz de transformar el entorno social desde una perspectiva estética, sin embargo, la construcción de un hogar va más allá de la idea de un espacio habitable; se trata de involucrarnos con él desde la emoción, aquello que nos hace humanos.

Brindarle un signifcado tangible a ese lugar en donde formamos nuestra historia con quienes compartimos nuestra vida.

Parte importante de iniciar mi formación como arquitecta, fue dotar a los viajes de un valor fundamental en mi crecimiento, pues me dan un panorama más amplio sobre el mundo a través de la interacción con otras culturas, otras voces y otros ojos.

Mi experiencia se ve enriquecida gracias a que en Coldwell Banker Magno desarrollo mi capacidad de entender de manera integral el contexto y las necesidades de cada persona que se encuentra en la búsqueda de un nuevo hogar.

Creo fielmente que si nuestra fuerza no fuera probada y sacudida, jamás sabríamos hasta dónde somos capaces de llegar, y es curioso cómo nuestras últimas experiencias pueden cambiar por completo hasta el aparentemente más sólido de nuestros planes.

Si bien integrarme al mundo de los Bienes Raíces no formaba parte de mi visión central, me bastó una breve y reciente mirada panorámica para entender todo el proceso de transformación del que podía ser parte.

La niña que vive en mí, compara esta nueva perspectiva con sus acercamientos a la pintura.

Al principio, lo impredecible, el observar el lienzo vacío, puede causarnos algo de temor, pero una vez que nos arriesgarnos y le perdemos miedo a la experimentación, nos permitimos hallar un resultado aún más interesante.

Algo muy similar ocurre cuando decidimos habitar la casa perfecta. Cuesta evaluar cómo podemos mejorar lo inmejorable. Quizás busquemos llenar con objetos todos los espacios en blanco, pero al final nada cobra un verdadero sentido hasta que se envuelve con momentos, con recuerdos, con historias.

“Mi casa es mi refugio, una pieza emocional de arquitectura, no una pieza fría de conveniencia”.

Luis Barragán.